Actualmente, el comercio electrónico es uno de los sectores
de mayor actividad. Su auge a nivel global se debe principalmente a dos
factores: avance de la tecnología y nuevos hábitos de consumo por parte de los
consumidores. El e-commerce permite adquirir todo tipo de bienes y servicios,
tanto dentro como fuera del país, lo cual supone una ventaja importante.
EVOLUCIÓN
DE VENTAS DE ECOMMERCE A NIVEL GLOBAL
El análisis comienza en el año 2017. Las ventas del
comercio electrónico en dicho año fue de 1.411 billones de dólares en todo el
mundo, de los cuales 408 mil billones de dólares corresponden al sector moda.
La segunda categoría con mayor nivel de ventas es la electrónica y el
entretenimiento, seguida en este orden de: juguetes, hobbie y bricolaje;
muebles y electrodomésticos; comida y cuidado personal. Por aquel entonces el
e-commerce comenzaba a despuntar.
Ya en 2018 la evolución de ventas sufrió un salto
cualitativo importante, alcanzando los 1.614 billones de dólares. El sector
moda tuvo un despunte muy relevante, alcanzando los 476 mil billones de
dólares. El resto de categorías también aumentaron sus ventas: 355 mil billones
de dólares el sector electrónica y entretenimiento; 190 mil billones de dólares
comida y cuidado personal; 247 mil billones de dólares muebles y
electrodomésticos; 350 mil billones de dólares juguetes, hobbie y
entretenimiento.
De cumplirse con las previsiones, este año 2019 será
especialmente beneficioso para este sector de actividad, con una facturación de
ventas global de 1.821 billones de dólares. Llama especialmente la atención la
categoría moda, que por primera vez superará los 500 mil billones de dólares,
con una cifra en valores absolutos de 542 mil billones de dólares. También es
interesante destacar el sector juguetes, hobbie y bricolaje, que este 2019 cerrará
con una cifra de ventas de 440 mil billones de dólares.
Las previsiones engloban los próximos cuatro años: 2020,
2021, 2022 y 2023. El comercio electrónico continuará creciendo a gran
velocidad. El sector que mayor incremento experimentará será el de la moda, con
una cifra de ventas en 2023 de 757 mil billones de dólares.
Se espera que el volumen total de este mercado en 2023
supere los 2.500 billones de dólares, lo que supondría un crecimiento de más
del 75% con respecto a 2017, cuando el volumen generado fue de 1.411 billones
de dólares en todo el mundo.
COMERCIO
ELECTRÓNICO Y COMERCIO MINORISTA
Más allá del crecimiento que el comercio electrónico está
experimentando, es importante conocer cómo está transformando el comercio
tradicional y la forma de comprar de los consumidores.
En el año 2015, la participación del e-commerce dentro del
comercio minorista mundial era de apenas un 7,4%. Dicho porcentaje aumentó
hasta el 8,6 y 10,2 por ciento en 2016 y 2017, respectivamente. Ya en 2018, la
participación rozó el 12%. De cumplirse con las previsiones, este 2019 cerrará
con un 13,7%, lo que supone un salto cualitativo importante con respecto a años
anteriores. El próximo 2020 la participación del e-commerce dentro del comercio
minorista mundial será del 15,5% y, en 2021, del 17,5%.
Por lo tanto, si realmente se cumplen esta cifras, la
participación del comercio electrónico dentro del comercio minorista a nivel
global habrá aumentado en un 10,1% en apenas siete años.
Tal y como se puede apreciar, el e-commerce ha ido ganando
una cada vez mayor importancia. Las grandes cifras en términos tanto de venta
como de facturación suponen un peso relevante en la economía mundial.
ACCESO
A LA TECNOLOGÍA Y CRECIMIENTO DEL E-COMMERCE
Una de las principales razones que explican el auge del
comercio electrónico tiene que ver con el cada vez mayor acceso a la tecnología
en todo el mundo. El pasado año 2018 la tasa de suscripciones a Internet móvil
fue del 97,1 y el 93,6 por ciento en América y Europa, respectivamente. Aunque
se observan grandes diferencias por continentes (por ejemplo, en África la
cifra apenas rozó el 30%), la tasa mundial es del 69,3%.
Así, el número de usuarios que se conecta a Internet a
través de sus dispositivos móviles ha aumentado a un ritmo de vértigo en apenas
diez años. En 2009 la cifra era de apenas el 0,7%, mientras que el pasado año
2018 superó el 52%.
Estas cifras coinciden con el incremento de las ventas
mundiales de teléfonos inteligentes. En el tercer trimestre de 2018 alcanzaron
los 389,06 millones de dispositivos, lo que supone un crecimiento del 1,4% con
respecto al mismo trimestre de 2017.
El auge de la telefonía móvil en el mundo ha desbancado a
la telefonía fija, cuyas cifras de gasto a nivel mundial no paran de descender.
Mientras que en 2015 el gasto en telefonía fija fue de 220,1 billones de
dólares en todo el mundo, el próximo 2020 rozará los 177 billones de dólares.
EL
AUGE DEL M-COMMERCE
El uso cada vez mayor de dispositivos móviles ha provocado
que actualmente el m-commerce esté teniendo un cada vez mayor protagonismo que
el e-commerce. También conocido como comercio móvil, las bases son exactamente
las mismas que las del e-commerce, pero realizando las compras online desde
teléfonos móviles inteligentes o tabletas. Son muchos los usuarios que hacen
uso del m-commerce, ya sea mediante el navegador o una aplicación. De este
modo, pueden realizar sus compras en cualquier momento y lugar, sin ningún tipo
de limitación.
Trabajar desde casa de lunes
a viernes se veía a principios del año como un escenario impensable para
diversas compañías alrededor el mundo, sin embargo la pandemia de Covid-19
obligo a replantear el panorama. La tecnología ha sido una gran aliada y sus
efectos son permitir que una buena parte de las empresas pudieran continuar con
sus actividades sin que sus colaboradores salieran de su hogar.
El uso de herramientas
tecnológicas se hizo patente durante el confinamiento. De acuerdo con datos de
Google, durante abril el tiempo acumulado de las reuniones virtuales a través
de Meet, superó los tres mil 800 años al día, 25 veces más que lo registrado en
enero de este mismo año.
Los ahorros en costos de
operación, el incremento de la productividad, así como la comodidad para los
trabajadores, son factores que el sector público y privado considera necesarios
para hacer de la flexibilidad laboral la nueva norma.
“Ahora, después de la pandemia, el teletrabajo
va a ser una forma regular de operar para las empresas.
Desde antes de la pandemia
por el coronavirus, las habilidades para el futuro implicaban que las empresas
empezaran a digitalizarse y automatizarse. La contingencia sanitaria nos obligó
a todos a permanecer en confinamiento y los canales de trabajo digitales empezaron
a incrementarse exponencialmente.
COSTOS
Y AHORROS
Otro factor que impulsa el
trabajo en casa es que después del estrés inicial, habrán muchos empleados que
se resistirán a regresar a sus oficinas, pues se sienten más cómodos en sus
hogares, o bien, no tienen que perder horas para trasladarse de su casa a su
lugar de trabajo.
De acuerdo con el Instituto
Mexicano para la Competitividad (Imco), las congestiones vehiculares en las
principales ciudades del país, cuestan en promedio 18 días cada año a los
mexicanos y la población más afectada es aquella que utiliza el transporte
pública para llegar a su oficina.
Según el informe El costo de
la congestión: vida y recursos perdidos, presentado por el Imco en septiembre
del año pasado, los embotellamientos en México causan pérdidas económicas por
94 mil millones de pesos anuales para los ciudadanos.
Del otro lado de la moneda,
el de la empresa, digitalizar los procesos, invertir en la nube y en
tecnologías colaborativas genera ahorros de 40 a 50 por ciento, en comparación
con las empresas que no tienen soluciones tecnológicas, y el retorno de la
inversión es de aproximadamente 300 por ciento.
Varios de los estudios que
existen dicen que tener herramientas colaborativas ahorras el equivalente a 21
días de teletrabajo, al final del día estás agregando 21 días más de trabajo
productivo de las personas a una organización”.
CAMBIO
DE CULTURA
Pero todavía existen muchos
temas culturales alrededor del trabajo a distancia. Uno de ellos es la
mentalidad de los jefes, pues hay quienes necesitan ver al trabajador en la
oficina para justificar su trabajo.
Mía Perdomo, CEO de
Aequales, una consultora laboral especializada en equidad de género, señala que
para que el trabajo en casa funcione es necesario cambiar la mentalidad de la
disponibilidad a la productividad de los colaboradores.
“Uno no puede esperar que
(las mujeres) estén conectadas todo el día a toda hora, porque tienen 800 cosas
que hacer en su casa, pero pueden medirlas a partir de resultados. Si estás
midiendo la productividad por el tiempo que las mujeres pasan conectadas, o lo
que se demoran en contestarte, eso va en detrimento del crecimiento, porque no
pueden estar conectadas todo el día en reuniones y no pueden contestarte a
cualquier hora.
Christin Parcerisa señala
que la principal barrera de entrada para el trabajo en la nube es una cuestión
cultural.
“Lo primero que tienes que
hacer en tu empresa antes de hacer una transformación digital es hacer un
cambio cultural, porque entonces tienes las herramientas, pero no les sacas el
mayor provecho”.
Lo que pasó con la
contingencia por la pandemia de Covid-19 es que esa barrera de entrada se vio
obligada a romperse, porque entonces sólo hubo dos opciones. La primera,
implementar la tecnología, o bien, frenar las operaciones, perder productividad
o tener pérdidas.
La tecnología
digital transformó la forma en que nos comunicamos, trabajamos, hacemos
compras, aprendemos y nos entretenemos. Es posible que en poco tiempo
tecnologías como la inteligencia artificial (IA), el ‘big data’ e internet de
las cosas (IdC) reformulen por completo la atención médica, el suministro de
energía eléctrica, el transporte, la agricultura, el sector público, el
medioambiente e incluso nuestras mentes y cuerpos.
La aplicación
de la ciencia a los problemas sociales generó grandes beneficios en el pasado.
Mucho antes de la invención del microprocesador de silicio, innovaciones
médicas y tecnológicas, ya habían vuelto nuestras vidas mucho más cómodas (y
largas). Pero la historia también está repleta de desastres causados por el
poder de la ciencia y el afán de mejorar la condición humana
Por ejemplo,
los intentos de aumentar la productividad agrícola con el auxilio de la ciencia
y la tecnología en el contexto de la colectivización en la Unión Soviética y en
Tanzania, una política que promovía la conversión de granjas individuales a
colectivas, fueron totalmente contraproducentes. Y a veces los planes de
remodelar ciudades apelando a la planificación urbana moderna las dejaron casi
destruidas. El politólogo James Scott denominó alto modernismo a esos intentos
de transformar la vida ajena mediante la ciencia
Una ideología
tan peligrosa cuanto dogmáticamente hiperconfiada. El alto modernismo se niega
a reconocer que muchas prácticas y conductas humanas tienen una lógica
inherente que está adaptada al complejo entorno en el que evolucionaron. Cuando
los altomodernistas descartan esas prácticas para instituir una forma más
científica y racional de hacer las cosas, casi siempre fracasan.
Tecnologías
de frontera como la IA, el ‘big data’ e IdC suelen presentarse como panaceas
para la optimización del trabajo, la recreación, la comunicación y la atención
médica. La idea sería que tenemos poco que aprender de las personas ordinarias
y de las adaptaciones que desarrollaron dentro de diferentes contextos
sociales.
El problema
es que una creencia incondicional en que la IA es mejor en todo, por dar un
ejemplo, crea un desequilibrio de poder entre quienes desarrollan esas
tecnologías y quienes verán sus vidas transformadas por ellas (y que,
básicamente, no tienen ninguna influencia en el modo en que esas aplicaciones
se diseñarán y usarán).
Los problemas
actuales de las redes sociales son una muestra perfecta de lo que puede suceder
cuando se imponen reglas uniformes sin ninguna consideración del contexto
social y de las conductas resultantes de la evolución. Las ricas y variadas
pautas de comunicación del mundo no digital han sido reemplazadas, en
plataformas como Facebook y Twitter, por modos de comunicación guionados,
estandarizados y limitados. El resultado es la aniquilación de los matices
presentes en la comunicación cara a cara y en la presentación de noticias
mediada por proveedores confiables. Los intentos de ‘conectar el mundo’
mediante la tecnología han creado una maraña de propaganda, desinformación,
discurso de odio y hostigamiento.
Pero este
sendero típicamente altomodernista no está predestinado. En vez de ignorar el
contexto social, los desarrolladores de nuevas tecnologías podrían aprender
algo de las experiencias e inquietudes de la gente real: crear una tecnología
adaptativa, en vez de arrogante, diseñada para empoderar a la sociedad, en vez
de silenciarla.
Hay dos
fuerzas que pueden llevar las nuevas tecnologías en esa dirección. La primera
es el mercado, que puede actuar como una barrera contra la imposición
autoritaria de proyectos errados. Cuando los planificadores soviéticos
decidieron colectivizar la agricultura, los aldeanos ucranianos poco pudieron
hacer para detenerlos, y a eso siguió la hambruna. No es igual con las
tecnologías digitales de la actualidad, cuyo éxito dependerá de decisiones
tomadas por miles de millones de consumidores y por millones de empresas en
todo el mundo (con la posible excepción de China).
Pero no hay
que exagerar el poder controlador del mercado. No hay garantías de que promueva
la adopción generalizada de las tecnologías correctas, ni de que internalice
los efectos negativos de algunas aplicaciones nuevas. Que el ámbito donde
Facebook existe y reúne información sobre sus 2.500 millones de usuarios
activos sea un entorno de mercado no implica que podamos confiar en el uso que
dará a esos datos. El mercado no puede garantizar que el modelo de negocios de
esa red social y las tecnologías que lo sostienen no traigan consecuencias
imprevistas.
Para que el
poder controlador del mercado funcione, hay que reforzarlo con un segundo freno
más poderoso: la política democrática. Todos los Estados tienen un papel que
cumplir en regular la actividad económica y el uso y la difusión de nuevas
tecnologías. La política democrática suele impulsar la demanda de esa
regulación, y también es la mejor defensa contra la captura de las normas
estatales por empresas rentistas en busca de aumentar su cuota de mercado o sus
ganancias.
1.
La realidad aumentada y la realidad virtual
Según el último estudio de Gartner, hasta 2020, 100 millones de
consumidores realizarán sus compras online y en tiendas físicas asistidos por
tecnología de realidad aumentada —también conocida como AR (Augmented Reality).
Esta tecnología permite que los compradores integren directamente los productos
en su entorno, de modo que estos casi pueden palparse físicamente y es más
fácil comprar.
2.
5G y el comercio móvil
Una página web de eCommerce eficiente constituye, sin
duda, la base del comercio online. No obstante, aún queda mucho por hacer.
Puesto que cada vez más usuarios acceden a tiendas online desde dispositivos
móviles, el comercio online necesita someterse a un cambio profundo.
Aquí os dejamos algunas cifras: el 38 % de todas las
transacciones comerciales en 2018 se llevaron a cabo a través de dispositivos
móviles. Esto demuestra claramente que muchos utilizan su teléfono móvil para
realizar transacciones. Pero además, todo el proceso descrito en el embudo de
ventas, desde la decisión de compra a la compra en sí, se llevan a cabo cada
vez con más frecuencia desde dispositivos móviles.
Según SearchEngineLand, casi el 60 % de todas las
búsquedas en Google en 2019 se han realizado desde smartphones o tabletas. Los
motores de búsqueda ya recomendaron a las empresas que adaptaran el diseño de
sus páginas de eCommerce a los usuarios de modo que fueran más accesibles e
intuitivas. Sin embargo, las aplicaciones móviles van cobrando más importancia
con el tiempo. Por ello se han hecho hueco en esta lista de tendencias de
comercio online en 2020.
Los usuarios encuentran un 286 % más de productos en apps
que en su navegador móvil.
Las redes 5G deberían estar disponibles cada vez más a lo
largo del año 2020. Esta nueva tecnología ampliará en gran número las
posibilidades del sector del comercio online. Gracias a la velocidad de
descarga superior que ofrece este tipo de redes, las posibilidades en cuanto a
contenido audiovisual y de realidad aumentada alcanzarán dimensiones nunca
vistas
3.
Aprendizaje automático e inteligencia artificial
El aprendizaje automático, también conocido como machine
learning, y la inteligencia artificial ya afectan de manera sustancial a muchos
sectores. El aprendizaje automático es un campo de investigación del área de la
inteligencia artificial. Los algoritmos utilizados permiten que un sistema
controlado por un ordenador sea capaz, en cierto grado, de adaptar sus análisis
y su comportamiento como corresponda al basarse en los análisis de datos
obtenidos de una base de datos o de sensores. Formulado de una manera más
sencilla: gracias al aprendizaje automático, las páginas de eCommerce serán
capaces de ofrecer una mejor experiencia de usuario a los compradores basándose
en sus hábitos de compra y en la información ya existente. Esta es la
información que se encuentra en las pestañas «Recomendaciones» o «Propuestas
para usted», que ya hoy puede encontrar en muchas páginas en internet.
Basándose en compras previas, en los artículos visitados o en artículos que
complementan a los que se han elegido y que otros clientes han adquirido, se
recomendarán otros productos.
En este post veremos otras innovaciones que permiten
ofrecer una experiencia de compra cada vez más personalizada, así como más
personal. El aprendizaje automático y la inteligencia artificial son dos de las
tendencias en eCommerce más importantes en 2020.
4. Voice commerce y sus consecuencias para el
comercio online
Distintos estudios, y, en especial, uno realizado por
ComsCore, muestran que hasta 2020 más del 50 % de las búsquedas que se realicen
serán búsquedas accionadas por voz. Con grandes plataformas ahora también hay aplicaciones sencillas en el mercado
que permiten a terceros proveedores hacer uso de la tecnología de
reconocimiento de voz. Los comerciantes pueden unirse a esta tendencia y así
ampliar sus tiendas online con un asistente de voz inteligente, por lo que hoy
en día es posible pedir una pizza con tan solo un comando de voz. Pero no te
preocupes, si prefieres cocinar en casa, podrás también encontrar una receta y
comprar los ingredientes con solo formularlo en voz alta.
Para las medianas empresas esto continúa suponiendo una
inversión demasiado elevada, aunque el número creciente de proveedores en el
mercado y la disminución paulatina de los obstáculos que se le ponen a esta
tecnología, el voice commerce o comercio por voz debería convertirse en una de
las grandes tendencias en el comercio online en 2020.
5.
Big data o macrodatos al servicio de la ultrapersonalización
El 45 % de los clientes preferirían comprar en una página
de comercio online que pueda recomendar productos de manera personalizada. Y el
56 % de los compradores online volvería a realizar un pedido en una tienda en
línea que sea capaz de hacer dichas recomendaciones. El Marketplace es consciente de
ello y recomienda numerosos productos a sus clientes en función de sus hábitos
de compra anteriores. Mediante apartados como «Tu Lista de deseos» o «Tu
colección», El Marketplace ofrece una personalización integral. No obstante, esto no
termina ahí. Gracias a los macrodatos, que analizan los hábitos de compra de
los usuarios, esta popular plataforma de comercio electrónico envía distintos
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